El Señor es nuestro refugio en la adversidad

Salmos 18 y 19

«2 El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3 Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.»  Salmo 18.2-3 (NVI)

 

En algún momento de la vida hemos enfrentado un adversario, que de alguna manera nos lleva a experimentar nuestra insuficiencia para afrontarlo y vencerlo.  Es posible que así se sintiera el rey frente a la cercanía o amenaza inminente del enemigo.  No obstante, en medio de la crisis que se avecina decide ir a Dios en oración.  Comienza con una alabanza donde afirma los atributos de su Dios.  Al hacerlo, está proclamando que el Señor interviene en la historia humana y nacional; y por tanto puede darle la victoria.  Reconoce que el Señor es su roca, su amparo y liberador.  Hoy, también Dios sigue siendo nuestra seguridad y protección.  En consecuencia, tiene poder para liberarnos y salvarnos de cualquier enemigo o peligro.  Solo en nuestra relación íntima con Él y haciendo memoria de todas Sus intervenciones poderosas para rescatarnos de peligros, podemos tejer la esperanza en medio de nuestras luchas.  Si nos ha salvado de situaciones de crisis en el pasado, puede hacerlo en nuestro presente y futuro.  Afrontemos las adversidades confiando plenamente en la manifestación de poder de Dios ante nuestros adversarios.  Frente a las crisis de la vida nunca rindas la esperanza.  Nunca abandones tu confianza y seguridad en Dios.  Esto nos permite encontrar paz en medio de los procesos de vida y saber que, sin importar cuán grande pueda ser la situación, Dios sigue siendo fiel y solidario con Sus hijos/as que viven conforme a Su Palabra.

Oración

Señor que nunca olvidemos que Tú eres refugio y fortaleza eterna en el tiempo adverso, para que no rindamos la esperanza y aguardemos con seguridad en Tu salvación.  Ayúdanos a enfrentar los desafíos de la vida con confianza.  Amén.