“Dignos del llamado a servir”

22 de diciembre de 2016

Tito 1

“El obispo tiene a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable.” (Tito 1.7 NVI)

 

Un hombre que vendía leña a sus vecinos, los defraudaba cortando las piezas al menos diez centímetros más cortas de lo que debían ser.  Un día se convirtió a Cristo, pero nadie lo creía, pues pensaban que aquél tramposo nunca cambiaría.

Para satisfacer su curiosidad, uno de los vecinos fue a una tienda donde se vendía su leña y secretamente midió algunas piezas.  Tuvo la grata sorpresa de descubrir que éstas medían al menos diez centímetros más de lo que debían.  Al encontrarse con los demás, pudo afirmar la conversión del leñador.  No por lo que éste hubiera podido decir, sino por sus obras y su integridad.

Parte de las instrucciones de Pablo a Tito, era que predicara el evangelio y ganara almas.  Tito lideraba una iglesia relativamente joven, que estaba comenzando a definir su estructura.  Y parte de lo que entendía el apóstol facilitaría la expansión del evangelio, era que la vida santa de los llamados a servir en aquella comunidad de creyentes, se manifestara no solo en la adoración en el templo, sino en la vida cotidiana, especialmente en el hogar.

Él entendía que, si los ministros de aquella iglesia no eran dignos del llamado a servir, ya fuera por falta de alguna virtud o por errar en su conducta, sería más difícil la tarea de la iglesia y más fácil la labor de los enemigos de la obra.

Cada día vemos con tristeza cómo un mal testimonio, en especial de personas con liderato, ha causado heridas en alguien a quien tratamos de llevar al evangelio.  Por eso debemos preguntarnos: ¿estoy modelando con mi vida el evangelio de Jesucristo a los de mi casa?  ¿Qué dice a mi prójimo la manera en la que celebro la Navidad?

Somos llamados a ser luz y sal en todo lugar y todo tiempo, pero en especial en la intimidad de nuestro hogar y en nuestras relaciones con los demás.  Demos testimonio del amor de Dios, amando como Él nos amó.

 

Oración

Amado Dios.  Gracias por Tu amor y Tu misericordia.  En el día de hoy Te pido que examines mi corazón.  Si de alguna manera he fallado en ser luz a los que están a mi alrededor, por favor, endereza mis pasos.  Y enséñame a amar como Tú me amaste a mí. En el nombre de Jesús.  Amén.

Autor: Migdalis Acevedo