Un día de los padres fuera de junio

Semana 33 – Abril 2017

 Marcos 9.14-29

 «Si puedes creer, al que cree todo le es posible.» Marcos 9.23b

 Cada vez es más frecuente observar a padres siendo jefes de familia en estos tiempos.  No me atrevo a ofrecer una proporción en este momento, pero es más común ver a hombres asumiendo un rol más activo en el proceso de crianza en los espacios públicos.  El machismo, como sistema social opresor, privó por muchos años el derecho al varón a participar directamente en el cuido, aseo, expresión afectiva a sus hijos y en especial de las hijas.  Interesantemente, el Evangelio nos mostraba desde hace siglos atrás la historia de un padre muy singular.  Ciertamente, no debió ser el único en sus tiempos, sin embargo, su solo ejemplo es elocuente para ayudarnos a reflexionar.  Este padre llega al encuentro de algunos discípulos que permanecieron al pie del monte mientras Jesús oraba con otros tres.  El texto bíblico no menciona su nombre, pero bien pudiera ser cualquier caballero de nuestras congregaciones o comunidad.  Sí nos dice que su hijo sufría por una afección en el cuerpo que le llevaba a hacerse daño en ocasiones.  Este padre describe la condición de tal manera, que sabemos que vivía consagrado a su crianza y cuidado.  No hay mención de la madre del muchacho.  Este es entonces, con mucha probabilidad, un padre jefe de familia.

Desesperado por encontrar alivio al dolor de su hijo, acude a los discípulos, quienes según el texto no pudieron hacer nada.  ¿Cuántas puertas había tocado aquel buen hombre?  ¿Cuántos recursos dejados en tratamientos, curas, remedios, consejos?  ¿Qué no está dispuesto a hacer un padre por el bienestar de los suyos?

Es fundamental afirmar la labor de los cientos de hombres que, rompiendo los estereotipos sociales, son parte integral del cuidado directo de sus hijos.  La Dra. Dora Nevares, en estudios de las cárceles en Puerto Rico, señala la ausencia paterna durante la crianza de los hijos, como uno de los factores que les lleva a la delincuencia.  Es pues necesario que como familia fomentemos los espacios para el sano desarrollo de las relaciones paterno-filiales.

Aquel buen padre y gran hombre “no se quitó” ante la imposibilidad de los discípulos para sanar a su hijo.  El padre sabía que si era persistente tendría un encuentro milagroso con Jesús.  Dios no lo defraudó, sino que le atendió, entendió y dio sanidad integral a su hijo y, por ende, la su familia.

Cántico: Yo quiero ser como Tú, pues él quiere ser como yo

Oración: Dios, ayúdanos a afirmar a los cientos de padres que se consagran a la crianza de sus hijos e hijas.  Que les tengamos en nuestras oraciones, como oramos también por las madres.

Oportunidad de la semana: Examinen dentro de su familia o en la iglesia a un padre excepcional y hazle saber que estarán en oración por él y su familia.