Altar Familiar- 19 de abril

Rvda. Daphne Arias Salcedo

Pastora ICDC Barrio Nuevo

Región 5

Quédate con nosotros en casa

Alabamos al Señor con todo nuestro corazón

Leemos en el Texto Bíblico:  1 Crónicas 16.8-12 (RVR95)

¡Alabad a Jehová, invocad Su nombre, dad a conocer entre los pueblos sus obras!  ¡Cantad a Él, cantadle salmos, hablad de todas sus maravillas! ¡Gloriaos en su santo nombre, alégrese el corazón de los que buscan a Jehová! Buscad a Jehová y su poder; buscad su rostro continuamente!  Acordaos de las maravillas que ha hecho de sus prodigios y de los juicios de su boca… 

Oración de acción de gracias por su presencia 

Entonemos el cántico: Alaba a Dios

Dios no rechaza oración, oración es alimento. 

Nunca vi un justo sin respuesta o quedar en sufrimiento.

Basta solamente esperar, lo que Dios irá a hacer. 

Cuando Él levanta sus manos, es hora de vencer.

Coro

Oh alaba, simplemente alaba, estás llorando, alaba; 

en la prueba alaba, estás sufriendo alaba, no importa alaba. 

Tu alabanza Él escuchará. 

Dios va al frente abriendo caminos, quebrando cadenas, sacando espinas. 

Manda a sus ángeles contigo a luchar, Él abre puertas nadie puede cerrar. 

Él trabaja para los que confían, camina contigo de noche y de día. 

Levanta tus manos, tu victoria llegó, comienza a cantar y alaba a Dios.

//// Alaba a Dios ////

La gente necesita entender lo que Dios está hablando. 

Cuando Él queda en silencio es porque está trabajando.

Basta solamente esperar lo que Dios irá a hacer. 

Cuando Él extiende sus manos es hora de vencer. 

Coro (se repite)

Oración de confesión, arrepentimiento e intercesión:

Texto Bíblico:  Salmo 42.1-2 

“Como el ciervo brama por las corrientes de la aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?”

Salmo 84.1-3 

“¡Cuán amables son tus moradas, Jehová de los ejércitos! ¡Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová!  ¡Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo! Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde poner sus polluelos, cerca de tus altares, Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío”. (RVR95)

Cántico:  Tal como el Ciervo (Jacobo Ramos)

Tal como el siervo, brama en las aguas. Así quiero yo, mi amado encontrar

Como el gorrión, tiene morada, en tus altares, yo quiero estar.

//Cuanto te anhelo, estoy sediento, del río eterno, que sacia mi ser.//   

Oramos por el perdón de nuestros pecados y ofensas; oramos los unos por los otros; presentamos nuestras peticiones y/o necesidades. 

Motivos de Oración: 

  • Protección, acompañamiento, nuevas fuerzas y descanso de todos los empleados esenciales que nos sirven en medio de esta pandemia.
  • Por las personas contagiadas con coronavirus y por consuelo para las familias que han perdido seres queridos.
  • Por todos los que tenemos familias fuera de Puerto Rico para que el Señor también les acompañe y proteja.
  • Por la Iglesia, líderes religiosos y pastores/as a nivel mundial.

Entonemos el cántico: Tu Mirada (Marcos Witt)

Tus ojos revelan que yo, nada puedo esconder, 

que no soy nada sin ti, mi fiel Señor.

Todo lo sabes de mí, cuando miras el corazón, 

todo lo puedes ver dentro de mí

Llevas mi vida, a una sola verdad, que cuando me miras nada puedo ocultar.

Coro: 

Sé que es tu FIDELIDAD, que lleva mi vida más allá de lo que puedo imaginar

Sé que no puedo negar que tu mirada puesta en mí, me llena de tu paz. 

Meditamos: QUÉDATE CON NOSOTROS EN CASA  (Lucas 24.13-35)

Camino a Emaús, el Cristo resucitado se acerca a dos de sus discípulos que no eran de los doce. Mientras caminaban, discutían entre sí sobre Jesús nazareno, varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo y del sufrimiento que enfrentó al ser entregado a los principales sacerdotes, gobernantes y de cómo le dieron muerte por medio de la crucifixión. También le relataron “al extraño” que las mujeres que fueron al sepulcro a ungir el cuerpo de Jesús encontraron la tumba vacía y que unos ángeles le anunciaron la resurrección del Cristo. El relato nos dice que los ojos de los discípulos estaban velados para que no pudieran reconocer a Jesús. Entonces Jesús les reprochó su insensatez y lo tardío de sus corazones para creer todo lo que los profetas habían dicho. Otras versiones utilizan la palabra “necios” para referirse a los discípulos porque les costaba creer. Por eso Jesús procedió a “refrescarles la memoria” diciendo: “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés y siguiendo por los profetas, les declaró en todas las Escrituras lo que de Él decían” (vv. 26-27). El detalle es que cuando llegaron a la aldea, Jesús hizo como que iba más lejos, pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo: “Quédate con nosotros, porque se hace tarde y el día ya ha declinado” (Lc 24.29b). Lo que sucedió después llenó de sorpresa a los discípulos y a los que leímos el texto la primera vez.  Jesús entró a quedarse con ellos y cuando estaban sentados a la mesa, partió el pan, lo bendijo y les dio; fue allí que le fueron “abiertos los ojos y lo reconocieron; pero Él desapareció de su vista” (v. 31).  Uno al otro se preguntaban cómo era posible que sus corazones no ardían mientras caminaban con Él y mientras les explicaba las Escrituras. Si recordamos el momento cuando Jesús increpa a los discípulos diciéndoles “¿qué pláticas son estas que tienen entre vosotros mientras camináis y estáis tristes?” (v.17), podemos inferir que Jesús sabía que ellos estaban ansiosos. Pienso que su ansiedad quedó al descubierto porque ellos no pudieron controlar el desenlace final. No habían entendido que Jesús venía a redimirlos para un reino celestial. 

Todos hemos pasado por momentos de ansiedad, de aflicción, de angustia donde hubieramos querido tener el control final y/o darle un giro diferente a algún asunto. El problema es que si permitimos que la ansiedad nos domine, podemos llegar a deprimirnos, llenarnos de temor y el temor nos puede paralizar… la mente nos puede traicionar. Una de las enseñanzas que podemos sacar de este pasaje y aplicarla a estos tiempos, es que tenemos que aprender a manejar nuestras emociones. Con los años, hemos aprendido por ejemplo que hay ciertas “pláticas” que están demás porque no resuelven los asuntos fuera de nuestro control y lo que hace es entristecernos más. Quizá podemos tomar medidas preventivas en algunas áreas que sí podemos controlar, pero no podemos controlar el clima ni lo que nos depara el mañana. Lo que sí podemos hacer es ocuparnos de vivir el día de hoy, según el consejo de Jesús en su Palabra: “Cada día trae su propio afán” (Mt. 6.34). Nadie tiene la capacidad de controlar el futuro, solamente el Señor. La ciencia ha descubierto lo que hace miles de años Jesús nos afirmó: “No os preocupéis por lo que habéis de comer ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.” (Lc. 12.29). ¿Por qué? Porque la ansiedad bloquea los pensamientos, hace que nuestros pensamientos sean monotemáticos, es decir, no hablamos de otra cosa que no sea el problema. Caemos en lo que los discípulos cayeron, “en pláticas que los ponían tristes mientras caminaban”, lo que los llevó eventualmente a la necedad, a la imprudencia y a la irreflexión.

Quizá muchos se entristecen porque no podemos congregarnos en el templo, no podemos visitar nuestros familiares y amistades ni a nuestros enfermos. No podemos controlar estar o no en los funerales ni acompañar a los familiares dolidos. No podemos controlar estar fuera de la casa después de las 7:00 pm. Nuestras rutinas laborables cambiaron un cien por ciento, aun las rutinas de los que rinden servicios esenciales. En tiempos como estos es que somos sometidos a prueba. Hay que pasar el examen y para pasarlo, el aprendizaje se tiene que aplicar diariamente. Es necesario que confiemos plenamente en el Señor, entender que aunque no le veamos como los discípulos tampoco lo vieron en el camino a Emaus; Él camina con nosotros. Nunca nos abandona. Él está y podemos confiar en su fidelidad. Los discípulos estaban ansiosos porque según su entendimiento, Jesús había muerto y resultó que ya Él caminaba con ellos. En este momento de prueba, lo importante es que no bajemos la guardia. Si confiamos y descansamos en Jesús, Él ordena nuestras emociones, nos ayuda para que nuestra fe no decaiga. Los niveles de angustia disminuyen considerablemente cuando podemos definir la diferencia entre lo que podemos resolver y lo que no. Nos podemos preocupar y ocuparnos de lo que podemos solucionar. Y lo que está a nuestro alcance solucionar es echar mano del máximo regalo de Dios. Podemos pedirle a Jesús: ¡Quédate con nosotros en casa! Quédate con nosotros aunque no te podamos ver en el caminar de nuestras situaciones, para que sean abiertos nuestros ojos espirituales. Quédate con nosotros porque nuestra vida adquiere sentido si Tú estás. Quédate con nosotros porque queremos disfrutar de tu compañía, de tu dirección y tu consejo. Quédate con nosotros porque queremos sentir tu presencia. Quédate con nosotros porque queremos experimentar la claridad mental que acompaña el estar confiados/as en ti. Te pedimos que te quedes con nosotros en casa para que presidas la mesa y para que llenes nuestros corazones con el fuego de tu Espíritu, que aleja todo el pesar y nos llena de tu paz. 

Oración final en gratitud por poder estar delante de su presencia

Cántico: Quédate Señor

Quédate Señor, Quédate Señor, en cada corazón, 

Quédate Señor, Quédate Señor en mi,

Oh, Cristo mío haz de mi alma un altar, para adorarte con devoción

Para beber de las aguas de la vida y así saciar mi débil corazón

Para meditar: ¿Qué áreas de nuestras vidas necesitan que Jesús sea el invitado de honor permanente? ¿Qué áreas de nuestras vidas necesitan tener la claridad mental que Jesús nos ofrece?